Recibiamos una llamada del Seprona en la que nos decían que el pobre Bosco estaba en un coto de caza, sin apenas moverse, con fuertes diarreas sanguinolentas y vomitos.
Junto a él, el cuerpo putrefacto de un zorro.
En un principio nos advirtieron de que ese animal podría haber muerto por envenenamiento. Tras realizar varias pruebas a Bosco, descartaron el envenenamiento. Todo su malestar era debido a una fortísima gastroenteritis debido al haberse alimentado de carne en avanzado estado de descomposición...
Después de varios días de ingreso, ya está recuperado.